El Viento Se Levanta: poesía animada con el sello Miyazaki

El Viento Se Levanta: poesía animada con el sello Miyazaki
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Lo reconozco, pasé parte de mi adolescencia devorando manga y anime, y, aunque poco queda de aquella afición, más por falta de tiempo y por lo caro que salía el vicio que por otra cosa, sí hay algo que nunca he dejado de ser es fiel a Hayao Miyazaki y a su Estudio Ghibli.

Bien podría yo ponerme en esa pose hipster de “¡bah! ya no me interesa, ¡eso ahora es mainstream!" que tantos lucen con orgullo, pero de eso nada; yo adoraba la películas de Miyazaki entonces, con Totoro, Nausicaa o Kiki (Nicky por estos lares), pero vinieron personajes como Mononoke, Chihiro o Ponyo e hicieron del genio japonés un artista conocido por todo el mundo e idolatrado por todos, los aficionados al anime y el gran público.

Y la verdad, ahora, además de haber podido añadir nuevos clásicos a mi colección de DVDs y de no haber dejado nunca de seguirlo, me alegro de poder compartir mi afición con mis amigos (que nunca compartieron mi afición por el “arte” nipón conmigo) y poder charlar de grandísimas películas como El Viaje De Chihiro o La Princesa Mononoke con ellos (tampoco les vamos a pedir que profundicen demasiado en la obre de Miyazaki, que la mayoría se han quedado en “lo mainstream”).

Por eso, hoy, aunque estoy convencido de que no va a ser la película que más me sorprenda o me enamore de la filmografía de Miyazaki, no puedo dejar de recomendar ir al cine a ver El Viento Se Levanta, la nueva película del director, que, además, supone su despedida.

El Viento Se Levanta, a diferencia del resto de sus filmes, no se centra en mundos o personajes imaginarios; es una biografía, basada a su vez en un manga del mismo Miyazaki sobre la vida de un personaje, a priori, poco interesante como Jiro Hirokoshi, ingeniero creador del Zero, el famoso caza de combate japonés. Es sin duda, otra obra de arte, repleta de poesía en cada una de sus imágenes pero ambientada en una época deprimente como la que precedió a la Segunda Guerra Mundial, tras la Gran Depresión del 23.

Cualquiera que haya seguido el trabajo de Miyazaki sabe el por qué del interés en este personaje, pero por si no es tu caso, decir que, Miyazaki siempre se ha visto irremediablemente atraído por volar y por toda máquina que pudiera hacerlo.

Así que, este retrato de Hirokoshi, avalado con nominación a los Oscars o a los Globos de Oro, se puede esperar como una orgía más de cielos azules salpicados de nubes blancas, como ya fueran todas sus películas en general o Kiki’s Delivery Service y Porco Rosso en particular, y, por supuesto una lucha interior entre la belleza de surcar los cielos y lo nefasto de que se use tu creación para sembrar la muerte.

Quizás no sea la despedida de Miyazaki, que sus fans hubiéramos deseado, (ya ha dicho que se retira definitivamente para disfrutar de todo lo que se ha perdido en la vida hasta ahora), pero seguro que es una de sus películas más reflexivas, serias y profundas, así que, en los cines nos vemos, esta misma tarde, y ya decidiremos sí la colocamos en los puestos más altos de la lista de sus obras.

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