Hoy, los (pocos) coches que se venden son los que levantan pasiones. En plena crisis los más vendidos son aquellos capaces de generar deseo a la primera de cambio (literalmente). En Volvo parece que lo tienen claro y dejan atrás el sambenito de coches seguros pero poco atractivos.
Con la presentación de este nuevo prototipo la marca de origen sueco, ahora en manos chinas, adelanta por donde irán los próximos modelos de la casa. Lejos quedan aquellas formas robustas y cuadradas que parecían desafiar las leyes de la aerodinámica. La nueva genética Volvo apuesta por una estética más agresiva y llena de sofisticación.
Según su creador, Thomas Ingenlath, vice-presidente de diseño de la casa, este coupé de corte “no-futurista” refleja el potencial de la nueva identidad Volvo. Esta nueva forma de diseñar, denominada Scalable Product Arquitecture (arquitectura de producto escalable) está pensada para evitar que las plataformas tradicionales limiten la creatividad. El objetivo: lograr un mayor valor emocional a los nuevos lanzamientos. Sin duda, será uno de los modelos estrella en el próximo Salón de Frankfurt.
El nuevo frontal resulta agresivo e incisivo. Se come la carretera. Destaca una nueva parrilla (aún en fase de desarrollo) y los faros “rasgados”, con luces de día que adoptan una peculiar forma de T. Su afilada presencia y su nueva mirada poco tiene que ver con lo visto hasta ahora en Volvo.
Y, de puertas adentro, el ejercicio de diseño también resulta sorprendente. Aunque algunas de las cosas más llamativas no pasarán a producción como las terminaciones en cristal artesanal o la gran consola central. Una pena, porque así es realmente espectacular. No obstante, la disposición general sí pone de manifiesto que el Volvo va más allá de someterse a un lifting. Esto es pura terapia génica.
En Trendencias Lifestyle | Opel Monza Concept, el resurgir de un clásico En Trendencias Lifestyle | Mercedes GLA, un SUV con buena estrella