En el cine, ser galardonado con un Oscar es uno de los mayores reconocimientos que se pueden recibir. Al igual que pueda ser el premio Pulitzer en periodismo o el Pritzker en arquitectura. Los Red Dot Awards son el equivalente en el mundo del diseño.
Nosotros hemos tenido el placer de asistir a la gala de entrega en Essen invitados por Lenovo, que se ha llevado el premio gordo al ser galardonado como el mejor equipo de diseño del año, relevando a nadas más y nada menos que al equipo de diseño de Porsche --con Michael Mauer a la cabeza--, ganadores de la anterior edición.
La ceremonia de entrega tuvo lugar en un lugar emblemático de la ciudad, el Aalto Theater, diseñado por el reconocido arquitecto finés Alvar Aalto (1898-1976), uno de los grandes arquitectos del Movimiento Moderno junto a Mies van der Rohe, Le Corbusier o Walter Gropius.
Así, en este magnífico teatro, de exterior discreto pero en cuyo interior cabe destacar las majestuosas bandejas de hormigón blanco tanto del foyer como de la sala principal --haciendo las veces de palco-- se entregaron los premios de las diferentes categorías de los Red Dot Awards.
He de confesar que, debido a la gran cantidad de premios entregados --eran muchas las categorías-- la gala resultaba un poco tediosa por momentos; una sucesión de galardonados subiendo y bajando del escenario a ritmo de música de discoteca sin tiempo apenas de que en las pantallas se vieran sus diseños ni a nosotros la oportunidad de dejar de aplaudir, que aquello casi parecía un tablao de tantas palmas que teníamos que dar.
Aunque pensándolo bien, casi mejor así, porque si cada uno hubiera tenido que dar las gracias al apoyo de su familia, su perro y su gato, la cosa se hubiera eternizado y más de uno hubiera caído rendido a los brazos de Morfeo.
Entre las decenas de premiados había un poco de paja --y eso que solo se entregaban The Best of the Best, que hay premios menores para aburrir-- pero también bastante grano. Me gustaría destacar el Can-Watch, un reloj a partir de latas recicladas, la preciosa Ducati Panigale 1199, el no menos bonito Lenovo IdeaPad U430s o el sinuoso grifo de Axor Starck de Hansgrohe, diseñado por Philippe Starck, pero hay muchas otras más perlas.
Afortunadamente, la gala tuvo sus momentos interesantes, especialmente con la actuación de la compañía de ballet israelita Batsheva, dirigida por Ohad Naharin, que nos deleitaron con una parte de su espectáculo "Deca Dance" y su singular estilo Gagas. Previamente habíamos disfrutado de un grupo local de instrumentos de madera llamados Wild Wood, tres señores de cierta edad que interpretaban temas de rock and roll (Highway to Hell incluido) con guitarra, violonchelo y flauta como si estuvieran poseídos.
Después de la gala llegó el momento esperado por todos: la fiesta de los diseñadores --con alfombra roja y todo-- en el no menos espectacular Museo Red Dot, ubicado en una antigua fábrica de carbón declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y ahora restaurada para ser un centro de arte y diseño.
La verdad es que el edificio le deja a uno atónito, porque se ha conservado toda la esencia de la fábrica de acero y ladrillo, con sus tuberías viejas de refrigeración, sus grandes hornos... pero a la vez se ha conseguido transformar en un lugar moderno en el que alojar la exposición de los mejores objetos del diseño galardonados con este prestigioso premio.
Allí, comiendo bratwurst, currywurst y kartofen con sauerkraut --los alemanes no se andan con pijaditas alimentando a la tropa-- bebiendo cerveza y prosecco (vino espumoso italiano) y bailando lo que el DJ tenía a bien pinchar --nada de la lista de imprescindibles para el verano, me temo-- pasamos las últimas horas de la entrega de los Red Dot Awards en Essen.
Por la mañana tuvimos la oportunidad de charlar con gran parte del equipo de diseño de Lenovo, que nos contaron cómo ven el mundo del diseño, el futuro de la tecnología en nuestras vidas y el papel que ésta jugará como marcadora de tendencias, pero eso lo dejamos para el próximo día, que ahora hay que descansar de tanta fiesta.
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