Si hay una tienda que tengo vetada a fin de mes para evitar dejar a mi pobre tarjeta de crédito más castigada de lo habitual, es la tienda de Desigual de mi ciudad. Cada vez que paso por delante o caigo en la tentación de entrar, me enamoro de esos abrigos de estampados rotundos que sientan como un guante.
Sin entrar en polémicas de quién dice que copian a tal, a mí me parecen el colmo de la originalidad elegante, de la sofisticación atrevida, de la informalidad casual. Me encantan.
Su colección Otoño Invierno nos trae los habituales abrigos y gabardinas cargados de colores, flores y rayas intrincadas, sus camisetas asimétricas y recargadas llenas de bullones, cortes y superposiciones y el habitual estampado en todas las prendas, una mezcla entre geometría y etnia que acierta en todas las ocasiones.
Podéis ver toda la colección femenina, masculina y hasta para peques en su web oficial, y de paso buscar la tienda Desigual que más cerca os pille porque os aseguro que después de ver su ropa difícilmente podréis conteneros.
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