A mi el verano me tiene loca: ahora aparece y de repente se va. Y eso me lleva por el camino de la amargura pues no sé jamás cuando podré ir a la playa para estirarme en la tumbona, esconderme del sol bajo la sombrilla o descansar en la típica caseta de playa.
Y como parece que tendremos un verano extraño (al menos en algunas partes de España) he decidido dejar la operación bikini aparcada en el garaje y comerme las casetas de un plumazo. Y no, no estoy delirando, Pancracio nos presenta sus chocolates de verano bautizados Casetas de playa. Esferas de cereal bañadas en chocolate blanco y moras, chocolate blanco y café ó chocolate blanco y coco. A este punto del partido, bienvenidas sean las curvas.
Y aunque dicen que los amores de verano son los más intensos, bonitos y verdaderos soy de las que pasa de esos rollos que le rompan el corazón en septiembre. Por eso me decanto por darme una alegría al cuerpo (como no) y me quedo con los corazones de praliné de avellana bañados en chocolate con leche y envueltos en brillante rojo. ¿Quién se puede resistir a ellos? Yo no.
¡El verano ya llegó señores!
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